El clásico de Roberto Arlt, "La isla desierta", pero con una mirada payasa y grotesca, llena de humor y sorpresas. La pregunta, entonces, surge inmediatamente: ¿LE GUSTARÍA AL PROPIO AUTOR ESTA PUESTA, RESPETUOSA DE SU ESENCIA, PERO CON OTRA FORMA DE EXPRESIÓN?
¡CLARO QUE LE GUSTARÍA! Por rebelde, por transgresor, por imprevisible, por inconformista; por ser un crítico de una sociedad y de una forma de vida que suele animalizarnos, envilecernos y sacar lo peor de nosotros, con tal de sobrevivir.
Y a eso apuntamos con lo nuestro... pero aportándole una carga de comicidad que el original no posee.
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