La sala del Circuito Cultural Barracas acaba de reabrir sus puertas luego de un período de poco más de medio año de estar en refacción. Es que el año pasado este proyecto teatral comunitario de 17 años casi cerró su sede. Fue 2012 un período de mucha preocupación, ya que renovar el contrato de alquiler y hacer las reformas correspondientes para que la sala estuviera en condiciones se había convertido en un objetivo, al parecer, inalcanzable, por la inmensa suma de dinero que requería. Después de haber recorrido y de haber golpeado muchísimas puertas sin obtener resultados, después de insistir de manera incansable, finalmente, casi a fin de diciembre, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se comprometió a proporcionar durante dos años el dinero para el alquiler. Fue así que 2013 comenzó, para los vecinos actores de Barracas, de manera muy diferente, ya que era imprescindible refaccionar el espacio. Por eso el Circuito hizo uno de sus espectáculos, El casamiento de Anita y Mirko, en otros lugares. Hoy, con el espacio de Iriarte y Vieytes nuevamente abierto, El casamiento volvió a su casa. ¿Por qué  ? me pregunto-  un proyecto de esta envergadura, que ya ha comprobado una y otra vez que es capaz de generar hechos artísticos de gran calidad, creados en el marco de una práctica de transformación social, tiene que atravesar estas vicisitudes, zozobrar, temer por su futuro y llegar con la lengua afuera? Ricardo Talento, director del Circuito Cultural Barracas y Corina Busquiazo, referente indiscutible e integrante de Los Calandracas, grupo fundador del Circuito, cuentan en que instancia está el proyecto hoy, cómo atravesaron esta crisis y explican qué cosas pueden imaginar para el grupo de cara el futuro y cuáles no.

-¿Cómo está el Circuito Cultural Barracas hoy?

Ricardo Talento: - Bien. Falta poco para terminar la primera etapa de arreglos. Luego comenzaremos con los detalles. El Circuito tiene una característica que es una desventaja y una ventaja a la vez: es un galpón de 1886, lo cual trae algunas complicaciones, pero, por ser una construcción tan antigua, no es cuadrada, no es convencional, y eso ayuda a que sea un espacio agradable.

Corina Busquiazo: - Mucha gente, al llegar, dice ?¡Qué lindo lugar!?. Uno lo vio, todos estos meses, desarmado, lleno de tachos de pintura, desordenado, y sin embargo siente que tiene una magia?

-Pregunto por el edificio y también por este proyecto de teatro comunitario de tantos años.

R.T.: -En un proyecto comunitario y colectivo los arreglos llevan mucho más tiempo de lo que llevarían si uno pudiera contratar a alguien para hacer las reformas. La parte gruesa la hizo una empresa, pero toda la parte de pintura la estamos haciendo entre todos, y eso también habla de dinámicas internas, con las implicancias buenas y las malas. Están los vecinos que participan, vienen, trabajan, y están, también, los que se borran, los que ni se enteraron. Es parte de lo que ocurre en nuestra sociedad. Eso habla de cómo construimos, de cómo nos relacionamos con las cosas. Esta situación que tuvimos que vivir, en cierto sentido, es buena. El hecho de que esté todo revolucionado produce un reacomodamiento y la posibilidad de ver cómo son los proyectos.

-¿Cómo han vivido el proceso que comenzó el año pasado, con el temor de
tener que irse de este espacio, buscar durante muchos meses otro inmueble y enterarse, ya casi a fin de diciembre, de que se quedaban? ¿Cuál es hoy la situación?

C.B.: -Con bastante angustia, pero, como decía Ricardo, nos sirvió para movilizarnos. Revalorizamos cosas que teníamos naturalizadas. El espacio, fundamentalmente. Durante estos meses tuvimos que buscar otro lugar donde funcionar mientras arreglábamos éste. Fue un tema. Hicimos un acuerdo con el Centro Metropolitano de Diseño, lo cual implicó que nos tuviéramos que entender con gente que tiene otra
forma de trabajo. Fue un período difícil, pero pudimos hacer lo que deseábamos y necesitábamos.

R.T.: -Después fuimos al Centro Zamorano, con el cual establecimos otro acuerdo. Decíamos, preocupados, ?¡Uy! Tenemos las cosas en varios lugares a la vez. ¿Cómo vamos a hacer??, y eso también se pudo concretar. Y lo que fue realmente positivo es que el público nos acompañó en todos los lugares en los que estuvimos. Nos ha ido muy pero muy bien con él público. Venía mucha más gente que acá en el Circuito, por una cuestión de capacidad (acá no podemos meter tantos espectadores). Eso quiere decir que el público acompaña nuestro proyecto. Teníamos miedo de que al salirnos, al corrernos del lugar habitual, los espectadores no nos siguieran. Esto nos sorprendió mucho la cantidad de gente en el Centro Metropolitano de Diseño, ya que, si acá estamos en una zona alejada, ese centro está mucho más alejado aún (Osvaldo Cruz y Algarrobo). Es una zona en donde termina Barracas, casi al lado del Riachuelo. Decíamos ?¿Cómo hacemos para explicarle a la gente dónde son las funciones??. Y fue maravilloso. Se llenaba. Ésa es una característica muy virtuosa del público porteño. Si le interesa lo que quiere ver, va y busca la forma de llegar.

-¿Cómo fue mover la puesta en escena a esos lugares tan diferentes?

C.B.: - Como todo lo que hacemos. Trabajamos en equipo, probamos, vimos, compartimos las decisiones. Tratamos de armar el salón de fiestas que es el espacio del espectáculo, La tafié de tu barrió, tanto en el SMD como en el Centro Zamorano. Al principio estábamos con los actores medio perdidos, pero después la magia de lo colectivo ayudó a que la cosa se armara. Es un espectáculo muy transitado. Somos muchos desde adentro del espectáculo ayudando. Hace unos días trajimos las cosas desde el Zamorano hasta acá y vinieron un montón de compañeros. Llamamos a una fletera que tenía una F-100 medio destruida. Un compañero se subió para acomodar la carga. Era para filmar todo lo que pasaba. Nos iban custodiando dos en moto, tres autos atrás? Era, realmente, para una película. Después bajamos todo acá y la gente pasaba por la puerta y nos preguntaba cuándo íbamos a hacer El casamiento?

R.T.: - Eso es lo que produce lo comunitario. Y la simultaneidad, también. Mientras todo esto sucedía, estaba el taller de percusión.

C.B.: -Sí: después llevamos a la fletera al taller de percusión.

R.T.: -Respecto de tu primera pregunta acerca de cómo estamos, la verdad es que genera cierta angustia estar siempre con esta situación de soga al cuello. El año pasado fue muy fuerte. En diciembre habíamos desalojado esto porque nos íbamos. Yo decía ?No nos enamoremos de los ladrillos. Enamorémonos del proyecto. Si no son estos ladrillos, serán otros, pero no perdamos la idea de proyecto?. A último momento apareció el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y pudimos quedarnos. Fue entonces que revalorizamos el lugar y yo pude decir que quería quedarme. Y ahora estamos arreglando y este arreglo produce mucha angustia. Uno quisiera tenerlo terminado, pero como no tenemos el dinero, seguimos demorando. Llevará el tiempo que tenga que llevar. Dentro de tres o cuatro años, cuando lo miremos a la distancia, ni nos vamos a acordar de todo el tiempo que llevó poner en condiciones nuevamente el lugar, pero, mientras, lo que estamos viviendo es muy angustiante. A su vez estamos haciendo funciones del Circuito en Banda, armando la dramaturgia del próximo espectáculo de la murga. Hay muchas cosas en movimiento, y lo que te lleva demasiado tiempo es conseguir recursos, usar continuamente la cabeza para pensar en eso. Si tenés la suerte de que salga algo, comenzás a pensar ?¿cuándo nos van a depositar el dinero??, porque los tiempos que se toman los distintos gobiernos y estados es enorme. A veces te depositan a fin de año, como si durante el año viviéramos del aire.

-Alguna vez dijiste que parte del futuro de estos proyectos tiene que ver, en gran medida, con la sustentabilidad.

R.T: - Todavía creo que estos proyectos aún no tienen una sustentabilidad estable. En ninguno de estos grupos, incluyendo los que están más organizados y tienen más desarrollo, es posible imaginar el futuro más allá de los próximos cinco años. No podés imaginar ni siquiera el año que viene. Y eso no es sustentable. No podés proyectar porque no tenés bases. Sí desde lo artístico y lo organizativo, pero a nivel dinero siempre estamos en el día a día cubriendo agujeros. Es una situación que se da en continuidad. Y eso, a la larga, no es bueno.

-Entonces no pueden imaginar el Circuito en unos años.

R.T.: - Ayer, justamente, estaba pensando, ya que estoy buscando dinero para comprar los cables, que tengo que poner las luces sí o sí porque tenemos que tener lista la sala. Ahora, no tenemos la plata. Uno corre para adelante, tiene la valentía del que huye para adelante. Y hemos pasado muchas de ésas de ir para adelante. Y cuando lo mirás a la distancia, pensás ?¡Qué bueno no haber dicho ?Esto se acabó, no va más, no podemos?!?. En el fondo uno siempre se imagina yendo hacia adelante. Entonces, estamos en un momento que es algo así como una toma de impulso para dar un paso más. Si me preguntás cómo me imagino esto, te diría que, dando, en los próximos años, un paso más de los que dimos. Lo que ya me cuesta, por una cuestión de edad, es imaginar la posibilidad de tener un espacio propio. Es algo que hasta hace algunos años me imaginaba. Incluso algo más grande, no sólo para teatro, sino un espacio de creatividad comunitaria. Pero se han cerrado tantas puertas que permitirían pensar en eso? Han sido tantas las derrotas en relación con ese tema? Hasta tenemos planos hechos para un espacio que nos iban a dar debajo de la autopista y que no nos dieron. Cada vez está más lejos, incluso, la posibilidad de que nos den un crédito para comprar. Como seguimos alquilando, cuesta imaginar ciertos proyectos a futuro. Con lo que sí uno puede soñar es con la potencialidad de lo creativo, de lo organizativo. Estamos en un momento de reorganización para lograr mayor sustentabilidad. Todavía no tenemos la receta, si no la estaríamos retransmitiendo. Pero sabemos que así no podemos seguir.

C.B.: -Así no se puede seguir porque no podemos mantener los equipos. Hay compañeros que tienen que ir a buscar trabajo de otra cosa. Y eso termina siendo nocivo, porque se cortan los procesos de construcción. Nuestro desafío es, ahora, encontrar esa vuelta.

R.T:- En ese aspecto sentimos que tocamos un techo (recursos, salarios). Esto así no da para más. En el futuro tiene que dar más, de lo contrario no hay posibilidad de salir de esta situación. Y ahí estamos, en la búsqueda de esa vuelta.

-¿Por qué creen que El casamiento de Anita y Mirko sigue funcionando después de tantos años?

C.B.: - Hay gente que viene a verla más de una vez. Y digo que lo importante es el hecho en sí, lo que se transita mientras acontece el espectáculo. La gente se va distinta a como entró. Esto de ser parte de una fiesta en la que estamos todos juntos, los chicos, los grandes? El público ve a los vecinos entusiasmados y metiendo al público en ese juego, y eso es lo que atrae. ¿Y si no cómo te explicás que alguno diga ?yo ya lo vine a ver y ahora volví con mi hermana?? El hecho de generar un espacio de fiesta no es joda.

R.T.: - Es un espectáculo que jamás podría hacer un elenco profesional. La energía que se genera, la seriedad del juego que se produce sólo lo pueden producir los vecinos actores. A su vez, el espectáculo tiene un agregado que es el boca a boca. ¿Por qué? Porque hay excelentes espectáculos que uno va a ver y sobre los cuales dice ?me encantó, pero por ahí a mi mamá no le va a gustar?, entonces uno no los recomienda. El
casamiento
le gusta a todo el mundo.

-Pregunto acerca de esto, porque el momento en que se estrenó, era muy distinto a éste?

R.T.: Cuando se estrenó era casi un divertimento. Hacíamos fiestas temáticas y una de ellas fue sobre un casamiento. Entonces dijimos ?tomemos un tema y desarrollémoslo?. Había una necesidad de estar juntos a través de la convención del teatro, pero creo que ésa sigue siendo la necesidad de mucha gente, porque no hay espacios de encuentro, de diversión, donde se junten las generaciones, en los que nadie piense ?tengo que ir vestido de tal manera o ser de tal manera, o bailar de tal manera?, para poder participar. Resulta muy loco mirar al público, porque hay gente que se viste como para ir a un casamiento, otra como para ir al teatro, y otra como si fuera a jugarse un fulbito. Algo que me sorprende es que también en el público están todas las generaciones. Pero la verdad es que uno ha ido conceptualizando a partir de lo que hicimos. Al comienzo el casamiento era una temática más, un divertimento interno. En 2001 fue una necesidad hacer esto porque estábamos mal, pero evidentemente el rebote que produjo fue muy grande, porque sigue siendo la necesidad de muchos. Uno levanta el telón y todos los
sábados hay gente.

C.B.: - Y también es un espectáculo que, si pensamos lo que es el teatro comunitario, hace que mucha gente, al verlo, se anime a pensar que esta práctica puede ser para ella. Muchas personas se suman porque se dan cuenta que no es algo tan inalcanzable.

R.T.: -Internamente nos sirve para incorporar a nuevos vecinos continuamente. Los integra. Todo nuevo vecino tiene lugar para estar en El casamiento. El teatro comunitario tiene estas cosas. Por eso uno insiste tanto. 

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