En general, las entrevistas tienen mucho de coyunturales: alguien estrena, alguien se despide, se publica un nuevo libro. En este caso, el de Ana Alvarado, sería posible imaginar una larga entrevista a la que ella fuera agregando todas las cosas nuevas que propone, que estrena, que piensa, publica y así sucesivamente.
Aunque es muy conocida, contemos que es licenciada en Artes Visuales y que trabaja desde 1987 en la actividad teatral. Integró el maravilloso Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín de la ciudad de Buenos Aires, como intérprete, autora y directora.
Fue fundadora e integra el grupo teatral El Periférico de Objetos.
Ana Alvarado no se expande demasiado con la palabra, pero sus producciones son inversamente proporcionales a su decir. Este año ya se presentaron tres obras suyas muy diferentes entre sí. O no. Quién sabe...
-Bueno, empezamos por la primera, porque Visible se presentó el año pasado en el marco de Tecnoescena y este año la reestrenaste. ¿Cómo nació esta propuesta?
-Visible es una experiencia nacida de mis talleres de teatro de objetos. Los dicto desde 1995 y la noción de objeto ha ido mutando mucho desde entonces. Objeto puede ser un títere, un objeto encontrado y puesto a jugar dramáticamente a la par del actor en la escena, puede ser analógico o digital, real o virtual. Con este grupo de alumnos, junto a mi colega Carolina Ruy, empezamos por un tema. Lo que se eligió tratar fue la soledad y el mayor acceso a la comunicación.
-¿Ambos aspectos vinculados?
-Claro: a favor y en contra de que el acceso fácil a la tecnología de la comunicación evita la sensación de vacío y de soledad. A partir de ahí arrancamos con este trabajo.
-¿Y quién hizo qué?
-Ana Laura Suárez Cassino escribió los textos, Jorge Crowe se encargó de recuperar objetos analógicos y convertirlos en interfaces físicas, por obra del hardware hawking y recuperarlos para que vivan en la escena y Leandro Oliván lo ayudó con los demás aspectos tecnológicos que cuentan el vínculo cotidiano con Internet, el chat, celulares, etc. Geraldine Seff aportó su conocimiento de movimientos de la danza oriental para armar el criterio actoral, Vanessa Boroda y Daniela Pafundi aportaron sus conocimientos como actriz y titiritera en el primer caso y como actriz y bailarina en el segundo. Carolina Ruy diseñó el espacio y la composición visual y yo dirigí la actuación y generé la dramaturgia escénica de la propuesta. El aspecto dramatúrgico implicó encontrar un sistema relacionado con el lenguaje de mayor uso actualmente: la navegación por Internet.
-Y lo que tematizan aparece "representado", por decirlo de algún modo...
-Sí. Nuestra puesta tiene un formato de pantalla, usa fondos de escritorio, se cuelga, se "resetea", hace que se superpongan escenas.
-Sigamos por el primer estreno del año que fue Cachorro de elefante. Uno podría pensar en las antípodas de Visible. Un texto de Bertolt Brecht, otro universo. ¿Cómo trabajaste ahí?
-Para Cachorro de elefante convoqué un grupo que pudiese atravesar un buen tiempo conmigo en el proceso: Guillermo Aragonés, actor experimentado, versátil, con capacidad para el humor y experiencia de trabajo interactuando con el público, Ema Peyla, titiritera, excelente manipuladora, divertida clown, quien, en algún momento fue mi alumna, Federico Aguilar (también se cruzó conmigo estudiando), actor joven, informado, con mucha presencia, alguien que podía mimetizarse con el público de teatristas jóvenes de Latinoamérica que normalmente es mayoría en estos trabajos. Necesitaba, también, un músico que pudiese componer sin asustarse de los grandes compositores que acompañaron a Brecht y que pudiese tocar en vivo. Gustavo García Mendy me dio mucho más que todo eso: tocó varios instrumentos, cantó y compuso bellos temas. Pero además, su histrionismo natural le permitió ser un buen actor en la escena.
-¿Y cómo es eso de incorporar títeres? ¿Tuviste que adaptar el texto?
-Quería hacer Cachorro de elefante desde hacía varios años. Tuve siempre la intuición de que era ideal para trabajar con títeres. Además, en este texto escrito por Brecht en su juventud, él ya formula todas sus obsesiones posteriores: galimatías de la justicia, distancia crítica, discusión con el teatro burgués, lugar del actor, distanciamiento. Todo esto está encarado con humor y liviandad, y tiene influencias de la experiencia en la compañía callejera de Karl Valentin. El texto de Brecht está completo. No le falta una coma y sólo le sobra la palabra "muñeco", que se dice al final de la pieza.
La intervención que le hice fue el video apócrifo con el reportaje. Éste se inspiró en los viejos reportajes de El perro verde y en los del canal Encuentro a Jean Paul Sartre, Jacques Lacan y otros. Las respuestas son extraídas de entrevistas y textos teóricos del propio Brecht y yo formulé las preguntas para forzar lo que me interesaba decir.
-Decime si estás haciendo algo para chicos.
-Estoy empezando a escribir un texto sobre modos de encarar un texto teatral para títeres y objetos, a partir de ellos mismos. Quiero incluir en él nuevos textos de teatro para niños. Mi experiencia con ese mundo es a partir de la escritura. No tengo un proyecto en lo inmediato, sino más bien ganas de pensar sobre el tema
-Además de dirigir y escribir, te dedicás a la docencia ¿no? ¿Dónde estás trabajando?
-Doy Dirección III en el IUNA, Instituto Universitario Nacional de Arte, Dramaturgia escénica para el teatro de títeres en la UNSAM, Universidad Nacional de San Martín, y tengo mi taller de Teatro de Objetos. En todos los casos me ocupo mucho de desarrollar la capacidad creadora y la visión crítica de los alumnos sobre su trabajo.
-Bueno, para ir terminando hablemos del último estreno, El último fuego, de Dea Loher. ¿Cómo llegaste a este texto?
-El último Fuego me fue dado, entre otros textos, por el Instituto Goethe, en su función de difusor de obras alemanas. La leí, me gustó mucho y me pareció que tenía una enorme resonancia en relación con problemáticas locales. Un texto bello y doloroso que trata del derrumbe de nuestras clases medias, la caída de los jóvenes, la violencia, las drogas, el descuido en la vida social: accidentes de tránsito, suburbios abandonados por la falsa política... La dramaturgia escénica y la puesta consistieron, en gran parte, en dinamizar y compactar el texto para que se hiciera accesible al público local.
-¿Cómo construyeron ese espacio tan particular?
-Con Alicia Leloutre se diseñó el espacio. Ella abrió la calle a lo largo desde el primer día de ensayo, y de ahí en más ubicamos las casas, los recorridos, los vínculos, todo lo que no figuraba en el texto, pero mostraba la vida de un barrio deslucido.
-¿Y cómo armaste todo lo demás?
-El excelente elenco fue convocado por mí y minuciosamente elegido. La predisposición de todos fue excelente. Cecilia Candia fue ingresando lentamente con su música, percibiendo las bellas voces del texto y acompañándolas con piano y viola da gamba. Rosana Barcena y Ricardo Sica completaron el universo. Además tuvimos la colaboración del Instituto Goethe.
-Gracias por todo, Ana.
-De nada.